Un buen orador, ¿nace o se hace?
Muchas veces he tenido que escuchar a expositores que se extienden largamente en contenidos e informaciones que ya todos tenemos. Es fundamental que el orador averigüe cuánto sabe el auditorio del tema que se va a exponer.
También puede ser posible saber si se trata de un auditorio que tiene entusiasmo por el tema, o que se opone o que está dispuesto a combatir las ideas a exponer. Es mejor saberlo de antes.
Las personas que hablan espontáneamente bien son, por lo general, personas inteligentes y de viva imaginación. Tienen una voz agradable y con muchas aptitudes psicológicas para conocer el estado anímico de las personas a quienes se dirigen pues, en definitiva, tienen habilidad para elegir las palabras más adecuadas. Son personas con cualidades naturales y que hablan bien de una manera espontánea y sin esfuerzo. Pero esta natural facilidad de palabra que tienen algunos puede ser igualada por los que, sin estar tan bien dotados, realizan un aprendizaje adecuado.
DEBE CONOCER SU AUDITORIO
Para conocer la composición social del auditorio, hay que analizar los siguientes factores:
a) Números. Podrá tratarse de un número reducido de composición homogénea, o de una masa numerosa de individuos sin nexos entre sí.
b) Edad. Es un índice muy importante para determinar los intereses de quienes escuchan. Acontecimientos históricos que requerirían de largas explicaciones si se expusieron a una audiencia juvenil, necesitarían ligeras referencias si se comunicara a individuos de edad madura, que recordaran los hechos por haberlos vivido.
c) Sexo. Hay auditorios enteramente masculinos o femeninos y en muchas ocasiones mixtos, con reacciones diferentes aun cuando en muchos casos pueden coincidir los intereses de hombres y mujeres.
d) Vocación e intereses profesionales. La vocación puede sugerir al emisor los intereses y el grado de conocimiento de las personas.
e) Nivel educativo. Debe tenerse siempre presente la educación, tanto la escolar como la derivada de experiencias, porque a ella habrá de ajustar el tono y la altura de la emisión.
f) Pertenencia a asociaciones profesionales, políticas o religiosas. La organización a que pertenece un auditorio sugiere, por lo menos en líneas generales, la clase de personas que lo compones, así como sus inclinaciones e intereses especiales.
Un excelente apoyo para animarse a hablar en público y programar al cerebro para que lo haga cada vez más fluidamente.