Para hacer cambios favorables en su vida, para que su destino cambie positivamente, para que tenga “más suerte” y mayor magnetismo personal, es indispensable saber rodearse de la gente apropiada. Y es necesario también aprender a protegerse de los sentimientos y pensamientos negativos que puedan tener y transmitir las personas que nos rodean.
Estas recomendaciones se conocen desde hace muchos siglos y son transmitidas por muchas personas sin un mayor sustento científico, sino que más bien empírico. Ahora hay comprobaciones usando el método científico.
De modo que no hay excusa. Es el momento de aprender a protegerse. Es conveniente desarrollar la bioenergía adecuada. Los cambios favorables en tu vida no se producen solamente por leer o ver algo, sino que se producen cuando actúas. Por ejemplo, matricularte ya en nuestro curso Desarrollo de la Bioenergía.
Las relaciones con la energía de los demás influyen fuertemente
James Fowler y Nicholas Christakis son un par de reconocidos cientistas sociales que llevan más de una década investigando el impacto de las redes sociales en las personas. No tanto las virtuales, como Facebook, sino aquellas constituidas por seres de carne y hueso que forman nuestro entorno desde lo más íntimo, donde están la familia y los amigos, hasta los bordes, donde están los conocidos.
Juntos hicieron el libro «Connected», donde concluyen que estas relaciones moldean nuestras decisiones individuales de una manera mucho más potente de lo que se creía.
«Las personas creen que muchos aspectos de sus vidas, como sus gustos, su cuerpo, su ropa, o incluso sus emociones, dependen de sus propias decisiones. Y nosotros somos capaces de mostrar que todas esas cosas no dependen de decisiones de individuos, sino de grandes grupos de personas», asegura Christakis en una presentación de su trabajo en la página web www.connectedthebook.com.
Christakis es sociólogo y profesor de la Universidad de Harvard, donde hace clases en los departamentos de Políticas de Salud, Sociología y Medicina. Comenzó esta investigación tras ver cómo la enfermedad y muerte de una persona podía enfermar a su grupo humano adyacente. A la hija que la cuidaba, al marido de su hija y a un amigo de su marido, todos afectados, en este caso, por el efecto de una larga enfermedad.
Él plantea que a partir de esta situación íntima y personal decidió estudiar las redes sociales como fenómeno.
Ahora concluye en «Connected» que estos grupos son tan influyentes, que para realizar cambios personales es necesario involucrar al entorno completo.
Su compañero en la investigación, James Fowler, grafica cómo opera este principio con el problema de la obesidad.
La obesidad es contagiosa
«La obesidad es socialmente contagiosa. Si un amigo suyo es obeso, usted tiene riesgo de ser obeso. Si usted realmente está interesado en cambiar sus hábitos alimentarios, sus prácticas de ejercicios y sus propias ideas acerca de lo que es un estilo de vida saludable, entonces tiene que involucrar a sus amigos y familia. Porque eres lo que comes. O bien, eres lo que tú y tu familia comen, o lo que tú, tu familia y tus amigos comen», dice.
Fowler, profesor asociado de ciencias políticas de la Universidad de California, plantea que si bien la genética «tiene un papel muy importante en la transmisión de la obesidad de una persona a otra, lo que hemos encontrado en este estudio es que el contagio social es más riesgoso«.
Para llegar a estas conclusiones, los autores se basaron en datos de una investigación sobre el corazón que se realiza desde el año 1948 hasta ahora en Framingham. La investigación incluye un grupo de control de 5.124 adultos que tiene una red de contactos que llega a 12.067 personas en esta pequeña ciudad del estado de Massachusetts. Christakis y Fowler dibujan la red de relaciones de estas 12.067 personas y establecen que entre ellas hay 50 mil conexiones, entre amigos y cercanos.
A partir del análisis de estos datos, los autores notaron que las personas obesas tienden a tener amigos obesos, mientras que las personas delgadas tienden a tener amigos delgados. Y extrapolan esta situación a otros ámbitos de la vida, desde la salud, pasando por los sentimientos, la sexualidad, hasta la capacidad de generar ingresos o la manera de votar.
Las redes influyen, y, a la inversa, las personas también ejercen su influjo hacia la red. Los autores plantean la teoría de los tres grados de influencia; es decir, que todo lo que hacemos afecta inmediatamente a nuestra familia, a nuestros amigos, a los amigos de nuestros amigos y a los amigos de los amigos de nuestros amigos. Después de eso, la influencia decae. Pero las redes son dinámicas y cambian según se mueve la gente. Cuando se divorcian, o adoptan conductas nuevas o mueren, se forman nuevas relaciones
Las emociones se contagian de una persona a otra, tal como imitamos las expresiones faciales de los otros y frecuentemente podemos llegar a sentir lo que los otros sienten. Estar rodeado de gente feliz tiene un efecto positivo en nuestros sentimientos y en nuestro bienestar. Atención, que por esta misma vía se transmiten también las emociones negativas.
La soledad es, al mismo tiempo, causa y consecuencia de estar desconectado. Una pareja es la más simple de todas las redes sociales. Los hombres que pierden a sus mujeres tienen una probabilidad de entre 30 y 100% de morir durante el primer año de su viudez.